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quarta-feira, 7 de abril de 2010

La batalla educativa de Shakira - The Wall Street Journal

Por Silvana Paternostro

LOS ÁNGELES—Todos conocen a Shakira como la sirena de la música pop que sacude las caderas. Si no sabe lo que quiero decir, vaya a YouTube y vea el video de "Las caderas no mienten". La canción, grabada con Wyclef Jean en 2006, llegó al número uno en 55 países, incluido Estados Unidos. Su canción más reciente, "Gypsy", es un tributo similar a sus famosas curvas, sólo que esta vez se contornea para la estrella del tenis Rafael Nadal, quien aparece sin camisa en el video.

Pero Shakira —nacida como Shakira Isabel Mebarak Ripoll— pretende que su trabajo en favor de otros se vuelva tan conocido como sus caderas. ¿Su causa? Educar a niños empobrecidos al construir escuelas y centros comunitarios en algunos de los vecindarios más pobres de su país natal, Colombia, y convencer a otros líderes latinoamericanos de invertir en la educación de la primera infancia.

Mi encuentro con Shakira sucedió mientras la cantante tomaba un descanso de su apretado cronograma de grabación para visitar una escuela en la parte oriental de Los Ángeles. "Siempre tuve la intuición, incluso de niña pequeña, de que estaba llamada para un gran proyecto", afirma la cantante, ahora de 33 años, mientras viajamos en su auto. "Estoy segura de que muchos niños se sienten así pero no tienen el entorno conductivo para explotar su potencial a pleno. Tuve suerte de haber tenido esas cosas: cariño, amor, padres educados y un buen colegio".

Esa suerte —combinada con trabajo duro— le ha permitido promover sus causas en los niveles más altos. El mes pasado, el presidente estadounidense Barack Obama se reunió con ella en la oficina oval para que lo aconsejara sobre educación para niños latinos. En los últimos seis meses, habló ante la Oxford Union (una sociedad especializada en organizar debates con grandes personalidades en la Universidad de Oxford), apareció en las páginas de "The Economist", y la "Brookings Institution" le pidió que fuera la cara famosa detrás de su propuesta para crear un Fondo Global para la Educación, basado en el Fondo Global para Combatir la Malaria, la Tuberculosis y el Sida.

Shakira sabe de privaciones debido a que se crió en Barranquilla, una ciudad marcadamente estratificada, donde yo también crecí. Ubicada en la costa caribe de Colombia, casi el 50% de la población de este puerto vive bajo la línea de pobreza. Más del 43% de los niños no tiene acceso a la educación inicial, y menos del 20% tiene acceso a Internet.

[Shakira]

En 1996, Shakira comenzó a invertir sus propios recursos financieros para revertir esta tendencia. Su Fundación Pies Descalzos comenzó siendo "muy pequeña, con cheques para orfanatos". En ese momento tenía 18 años y tuvo su primer éxito en América Latina. Ese álbum era "Pies Descalzos", el mismo nombre de su fundación. Durante aquellos días era más rockera, de cabello negro, jeans ajustados y una guitarra. Dos años más tarde, consiguió aún más éxito con "¿Dónde están los ladrones?", que vendió un millón de copias. Armada con más caché y una chequera más robusta, llamó a María Emma Mejía, una ex ministra de Educación, para que la ayudara a dirigir la fundación. "Tuve suerte porque dijo que sí. Yo sólo tenía 20 años y ella era muy conocida".

Luego Shakira se mudó a Miami, se tiñó su cabello de rubio, y aprendió inglés, determinada a conquistar el mercado estadounidense. En 2001 presentó Laundry Service, su primer álbum en inglés, que vendió 18 millones de copias. Para 2006, dominaba los ránkings con su canción sobre las caderas.

Según cifras del año pasado, Shakira ha vendido unos 50 millones de discos. Ganó dos premios Grammy y siete premios Grammy Latino. Hace dos años, "Forbes" la nombró la cuarta mujer más rica en el mundo de la música (detrás de Madonna, Barbra Streisand y Celine Dion). Y le acaban de encargar que escriba la canción oficial para la próxima Copa Mundial en Sudáfrica. Miles de millones de personas la verán actuar en vivo en televisión.

En cuanto a su fundación, lo que comenzó como un intento por alimentar a unos pocos miles de desplazados en la Costa Pacífico colombiana ahora se ha convertido en una organización hecha y derecha que brinda educación, nutrición y apoyo psicológico de alta calidad a niños pobres y desplazados y a sus familias en tres ciudades colombianas. Estos centros, conocidos como mega-colegios, atienden a más de 6.000 niños y sus familias.

"Nuestros proyectos probaron que si logramos que los padres se interesen eso marca una diferencia enorme", sostiene. "Hacemos que se interesen porque los niños reciben comida, porque están felices, porque están jugando. Y de esa forma están siendo protegidos de unirse a las guerrillas o los paramilitares".

La contribución más reciente de Shakira fue para nuestra ciudad natal. En febrero de 2009, la Fundación Pies Descalzos inauguró un mega-colegio de US$6 millones. La institución educativa sólo recibe elogios. Un amigo lo describió como un colegio estadounidense, con lo que quiso decir con instalaciones muy avanzadas. El complejo incluye un auditorio, laboratorios de química e incluso aire acondicionado. "Los padres reciben clases de inglés y aprenden computación", afirma Shakira, "y todo el vecindario puede jugar a fútbol allí". Las familias buscan cualquier forma posible para mudarse cerca de la escuela.

Le pregunto si ella ¿está haciendo el trabajo del gobierno? "No", responde de forma enfática. "Estamos probando algo. Si nosotros podemos hacerlo, entonces el gobierno puede hacerlo". La fundación de Shakira construye las escuelas pero luego las dona para que las manejen las autoridades locales. "Con el tiempo, el gobierno adquiere cada vez más responsabilidad. Eso es esencial". Aún no se ha probado la efectividad de este modelo. ¿Permitirán los gobiernos locales con pobres antecedentes en administración que las escuelas tengan gran éxito? Por ahora, Shakira puede alardear con que la promoción que se gradúa este año en su colegio recibió calificaciones muy altas en los exámenes requeridos para solicitar el ingreso a la universidad.

Hace dos años, Shakira apareció en El Salvador durante la reunión anual de presidentes latinoamericanos. Se comentaba que todo lo que les importaba a los líderes era sacarse una foto con la cantante. En la siguiente cumbre en 2009, a Shakira le fue mejor en la promoción de su causa. Colombia, Paraguay, Chile, Panamá, Argentina y México se comprometieron a trabajar con ALAS —una fundación creada por Shakira y su prometido, Antonio de la Rúa, para combatir la pobreza— para reforzar la educación de la primera infancia en sus países. Ni Hugo Chávez ni ningún otro de los gobiernos que apoyan a Venezuela estuvieron interesados.

Hoy, el interés de Shakira se centra en cómo ayudar a niños latinos en EE.UU. Así que luego de una larga noche en los estudios Serenity—"ayer escribí una canción", dice— y cinco horas de sueño, está lista para aprender sobre la escuela en la zona oriental de Los Ángeles donde la mayoría de los niños son latinos y no tienen un hogar estable. Viven en autos, estacionamientos, refugios o muchas familias comparten una habitación.

A medida que el auto avanza a gran velocidad por la Sexta Avenida, Shakira cambia la conversación de su trabajo en América Latina. "Si la población que más crece en este país es latina, eso significa que somos el futuro de este país", afirma en un inglés bastante fluido. "Y hemos probado que tenemos talento", hace una pausa y guiña el ojo. "Ahora necesitamos las herramientas para tener éxito". Me recuerda que los latinos representan el número más alto de quienes abandonan la secundaria en EE.UU.

Shakira deja de hablar por un momento y mira hacia la calle. "Viví aquí durante unos meses cuando tenía ocho años", dice. "Fue un punto determinante en mi vida. Vinimos mi mamá y yo. Mi papá había quebrado, así que nos envió a la casa de un amigo en Orange County. Para mi fueron como unas vacaciones, comiendo dulces estadounidenses, mientras mi papá vivía un calvario".

Cuando regresó a Colombia, todo lo que conocía de su cómoda casa había desaparecido: los dos autos, los muebles, incluso los aires acondicionados. "Recuerdo los agujeros en la pared", afirma, mientras hace un cuadrado con sus dedos. "El televisor a color se convirtió en blanco y negro. Yo estaba tan molesta, frustrada, enojada con mis padres. No podía creer su incompetencia", termina con una risa que busca explicar cuán inmadura era su actitud.

Para darle cierta perspectiva, sus padres la llevaron a un parque. "Vi niños indigentes, sin zapatos, que olían pegante. Dejó una marca tan importante en mi mente. Me di cuenta de que yo aún podía ir al colegio. Aún tenía una familia que me amaba", dice, mientras se incorpora hacia adelante.

"Me hice una promesa a mí misma. Sabía que quería ser parte de la solución, por esos niños, por mí y por mis padres. Me comprometí a tener éxito", sostiene. "No quería pasar el resto de mi vida sin poder conducir un auto lindo". Sus pequeñas manos se apoyan en el asiento de cuero beige.

Las monjas en su escuela —las que la alentaron a hacer el baile del vientre en funciones escolares— también le enseñaron una "conciencia social". Todos los jueves su clase era llevada a uno de los vecindarios más marginales de Barranquilla. "Las condiciones para enseñarles a esos niños no son viables para aprender. Están descalzos, semidesnudos, hambrientos, con calor. No había forma de que esos niños aprendieran, ni siquiera una vocal", afirma, aún frustrada. Lo que realmente me llamó la atención fue el estado de las escuelas. ¿Cómo puedes conseguir que se concentren si ni siquiera están en un salón de clases?". El colegio de Shakira está justo en el lugar al que la llevaron las monjas.

"No sé si los niños me reconocerán", dice mientras el auto ingresa al estacionamiento de la escuela. Se quita los pesados aretes con forma de rayo que lucía en sus orejas. "Pero si me reconocen y los abrazo, los puede lastimar con estos".

Ya sin el único signo visible de glamour rockera, Shakira sale del auto luciendo una camiseta oscura y jeans (sin maquillaje) y se vuelve casi tímida cuando tres mujeres paradas frente a la puerta de la escuela la saludan. Durante la siguiente hora, escucha y escucha mientras las mujeres le explican cómo manejan su escuela. Unos pocos niños piden autógrafos. Beth, una niña de ocho años con cara redonda, se acerca. Shakira le da un abrazo, sin aretes que estorben.

¿Por qué los niños y la educación? ¿Por qué comunidades desplazadas? Responde: "Porque me veo a mí misma en esos niños. Es lo mismo que me pasó a mí, en una escala peor".

Cuando el auto ingresa en Beverly Hills, hago mi última pregunta: ¿cómo logra que los presidentes latinoamericanos escuchen sobre la crianza y la protección de bebés y guarderías infantiles? La respuesta corta es siendo Shakira. La más larga: "ALAS creó un Secretariado para el Desarrollo de la Primera Infancia y juntos nos movilizamos para lograr que suban el nivel y expandan sus programas. El Banco Mundial acaba de anunciar una línea de crédito de US$300 millones para financiar algunos de estos programas. Hemos reunido a los expertos más importantes que trabajan en esta área para redactar un manual que llevaremos a la próxima reunión". Lo hará durante la próxima Cumbre Ibero-Americana que se llevará a cabo en Argentina en noviembre. La presidenta Cristina Fernández de Kirchner le ha ofrecido un "compromiso extraordinario" para hacer del desarrollo de la primera infancia un tema central de discusión.

¿Qué les dirá en Argentina?

"Sólo queremos facilitar el camino de forma que los gobiernos no tengan una excusa para no hacerlo. Aquí, señores, tenemos crédito. Tenemos el dinero. Tenemos los mejores expertos. Tenemos apoyo técnico. Tenemos recomendaciones. Ahora, hagan el maldito trabajo".

—Paternostro es la autora de My Colombian War: A Journey Through the Country I Left Behind (2007).


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